Transcribo las palabras de agradecimiento de don Manuel Pincheira en representación del grupo de pescadores artesanales de Tumbes beneficiados por la donación, y las hago extensivas a todas las personas que adquirieron algunas de mis pinturas en la exposición benéfica realizada en el mes de mayo de 2010 en Madrid, en la sala de Serrano 27, en mayo de 2010.

Desgraciadamente, no pude estar presente en el momento de la entrega de los motores. Sin embargo, podemos terminar este relato con lo que supe a través de las líneas de María Angélica, mi cuñada, quien me hizo partícipe de algunos momentos que mi familia compartió en tumbes en nombre de los donantes españoles.

Por esta razón, donde Manuel dice “Guillermo”, se debe leer “amigos españoles”, ya que ellos, algunos de los lectores, se acordaran de que fueron algunos de los que colaboraron en su día e hicieron posible que esta acción benéfica llegara a buen fin tan lejos de estas tierras castellanas.

Caleta Tumbes, 5 de marzo de 2011
[Texto escrito a partir del relato de María Angélica]
Estamos reunidos en casa de don José Manuel Pincheira y la señora Sandra que va y viene desde la cocina preparando algo para almorzar; son las 13.10 horas de un día gris y está lloviznando finamente. Hace frío. Esperamos que don José Manuel inicie su carta de agradecimientos a Guillermo y a la Fundación Arauco que gestionó la ayuda desde España.

Don José Manuel decide preparar una “chupilquita” [vino tinto con harina] para conversar y comer algo antes de dictar unas líneas de saludo. De inmediato nos deja invitados al bautizo de los motores para el día sábado 18 de Junio, coincidiendo con el aniversario de matrimonio y con su cumpleaños número 51. También nos invita para el 29 de junio, “día de la celebración de San Pedro y San Pablo, día en que se celebra el santo de los pescadores, y lo sacamos a pasear al mar en botes adornados y la gente con sus mejores galas celebran ese día; también viene el señor cura y bendice al Santo, a la fiesta y a los comensales”.

Don José Manuel nos da una gran charla sobre mariscos y pescados, como reconocerlos y las diferentes formas de servirlos. Luego nos cuenta que la pesca de la sardina comienza este domingo y que dura tres meses; él nos dice que la esperanza que todos tienen es juntar los pesos para reponer lo perdido. Cuando termine la pesca de la sardina podrá salir a pescar en su bote nuevo con el motor que Guillermo le donó. Nos ofrece llamarnos por teléfono para venir a buscar pescado fresco. Nos cuenta que perdió un dedo, que se accidentó el día 9 de febrero a las 9 de la mañana. Nos muestra una fotografía donde aparece una parte de la caleta Tumbes que ya no existe.

Llegó el momento de recordar como se produjo el encuentro entre don José Manuel y el pintor. Ana María, mi cuñada, partió relatando como se conocieron y en ese momento aparece de nuevo el pescador don José Manuel, una persona chispeante y de sonrisa fácil. Ella dice que todo esto sucede al día siguiente del año nuevo, pero Don José Manuel insiste en que se trató del domingo 2 de enero cuando les ofreció un “ponchecito” [vino con fruta] en su casa. Recuerda que Guillermo y su hermana Ana María se informaban para localizar a aquellas familias de pescadores más perjudicados por el tsunami; que él les había advertido que había gente que había recibido ayuda sin merecerla, a pesar que muchos lo habían perdido todo y necesitaban ayuda de verdad; que el sindicato incluyó a los “compadres” en la lista de afectados.

Don José Manuel aclaró que “los pescadores a los que ayudó Guillermo son personas que lo perdieron todo: Ramón Ismael, José Miguel y Pedro Abel. Ellos no pidieron al sindicato a pesar de cotizar 700 pesos mensuales”. El sindicato de pescadores no comprobó quienes eran de veras los damnificados, es decir, no se revisó con la necesaria diligencia los documentos que justificaban la petición de ayuda. Por eso muchos aprovecharon el descontrol para conseguir motores y, en algunos casos, más de uno. Recuerda que Guillermo manifestó su interés de encausar la donación a los verdaderos afectados. Que no siendo mucho el dinero recaudado, con mucha más razón había que acertar. Que daba igual a quien favorecer con tal que fuese un verdadero afectado. Fue entonces cuando envió a buscar primero a Ramón Ismael y después todos los demás, reuniéndose en su casa varios pescadores con los que mantuvo una larga conversación

Estamos en el comedor y junto a la mesa está el motor aún embalado. Lo mira y se compromete diciendo que “el motor no se va a quedar solo en la playa sino donde no llegue la mar”. Don José Manuel recuerda que desde el comienzo no esperaba nada para él, que la ayuda debía ser para sus compañeros. Guillermo le insistía en que participara de la iniciativa y recibiera un motor también. En realidad, aunque necesitaba uno nunca había tenido ni motor ni embarcación. Primero se había preocupado de terminar su casa. “Estaría de mi Dios recibirle y sé el cuidado que tengo que darle” – reflexionaba. “Su corazón no lo tiene cualquiera” –pensaba en voz alta.

Guillermo quería hacer llegar el dinero directamente a los beneficiarios a través de don José Manuel con la idea de que él personalmente se encargara de entregarles a los pescadores y sus familias el dinero recaudado. pero no quiso recibirle el dinero directamente. Solicitó que fuera a través de otra persona. No quería que sus compañeros dijeran que era un sinvergüenza... “seguro que tiene que haber agarrado más dirían en las patotitas” y quería ser honesto y no aprovecharse de la “buena voluntad del pintor” ; además le parecía que era la mejor manera y pensando que “mi dios lo puso en mi camino” y se le ocurrió que la mejor manera de recibir esa ayuda sería crear una cadena para ayudar a otros y “a Guillermo le encantó la idea”.

Decía: “Lo mas lindo era que una persona distinta se hiciera cargo y lo repartiera de la forma más correcta posible”. Pensaba que si recibía este regalo le gustaría “darle un sentido creando una cadena de ayuda solidaria. Sería tan agradecido si tuviera la posibilidad de ir pagando el motor poco a poco y así, entre todos, crear un fondo común”

Sin embargo, no se pudo hacer esta manera. Algunos de sus compañeros se negaron porque veían en esa idea el fantasma del “endeudamiento”. Otros pescadores, incluido su hijo, estaban “enojados por no haber sido inscritos en el “proyecto”. Les explicó que la idea de un fondo común era buena para todos, pero no lo entendieron. A su hijo no quiso incluirlo como beneficiario para que no apareciera como un “aprovechador”, porque ya estaba inscrito en una lista de la Cruz Roja para optar a un motor de 60 Hp. Aclara que “el motor de 60 Hp es mucho para ellos, porque es muy caro para mantenerlo". No les sirve porque “hace mucho gasto, traga como loco y es mucha máquina”.

Los mismos modelos de motores fuera de borda eran mucho más caros en España así que se determinó comprarlos en Chile. Para evitar errores como los de la Cruz Roja, los mismos pescadores escogieron los artículos y recurrieron a sus proveedores de confianza para conseguir un mejor trato. Obtuvieron rebajas y respetaron las cotizaciones, habitualmente válidas por sólo 10 días, y las mantuvieron hasta formalizar y hacer efectiva la compra de los motores [con una garantía de tres años].

La idea que tenían inicialmente los pescadores era comprar motores fuera de borda de 8.8 Hp o 9.9 Hp, pero la diferencia de precio entre éstos y uno de 15 Hp era tan escasa que, después de cotizar precios, tomaron la decisión de comprar motores de 15 Hp,

Finalmente, con el monto de la donación les alcanzó para adquirir 6 motores, hilo de redes, cordel y salvavidas.

Cuando termine la temporada de la sardina tendrán unos pesos y con los botes a motor podrán salir a trabajar desde octubre o noviembre de este año hasta marzo en la luga, se sale a las almejas, se hace un lote y salen pejerreyes, “yo perdí las rejas con las que se pesca el pejerrey, la jerguilla [es un pescado planito que prefieren los pescadores y que se venden entre ellos], el jurelito, la apancora. Se sale en botes chicos y ahora con motor será muy distinto”. Con entusiasmo nos dice que “la luga se trabaja desde el mes de octubre hasta marzo. Se aprovecha el tiempo de sol. En cinco días pueden juntar una tonelada y ganar 300 lucas cada uno”.

Ahora don José Manuel nos pide escribirle unas líneas a Guillermo.

Muy buenas tardes Guillermo:
Yo, Manuel Pincheira Fuentes, en representación de las cinco personas que aquí en Tumbes usted benefició con algo que verdaderamente nosotros jamás nunca esperamos. Es tanta la alegría de Pedro Abel, Abelardo Octavio, José Miguel, Amador Fernando, Ramón Ismael y quién en estos momentos le envía esta carta, José Manuel Pincheira Fuentes. Nunca dejaremos de agradecerle, la inmensa labor que hizo con nosotros usted y su Institución, con una inmensa gracia, tan enorme que de pura alegría se sienten las ganas de llorar y gratitud, porque ni en sueños contábamos con este beneficio. Por lo cual amigo Guillermo, no hay mejor palabra que decirle Gran Amigo y que mi Dios nunca le quite de su corazón esa gran bondad y lo guarde por siempre a usted, su familia y a su Institución. Un inmenso abrazo mi amigo y ojalá poder verlo pronto aquí en la Caleta Tumbes para darle las gracias a usted y no un adiós, aquí lo esperamos y ojalá Dios quiera sea pronto. Gracias, muchas gracias.

José Manuel Pincheira Fuentes

[escrito a partir del relato de María Angélica. Concepción el 5 de marzo de 2011