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Madrid, 14 de junio de 2013 Después de más de tres años del Terremoto/Tsunami de 2010 he querido comprobar qué ha sido de las familias de Caleta Tumbes.
Buscando en Google páginas chilenas, llama la atención que ya casi nadie habla del desastre. Hay que buscar información actualizada con paciencia, tiempo y esmero. Las víctimas del desastre lo son, también, de una mal llamada democracia. Deben padecer, además, la desgracia del olvido y la desidia de sus gobernantes. Ante la impotencia terminan callando, como si nunca hubiese ocurrido nada. Pero ya se sabe que no es así. Quizás porque la forma de sobrevivir es no mirar hacia atrás; quizás porque muchos ya no esperan la ayuda de nadie; quizás porque el día a día obliga a fijar la atención en las dificultades del presente y no hay tiempo ni ganas para más.
En la red aparecen noticias dispersas sobre el “Caso Tsunami” [ver aquí]. Hay varios ilustres imputados, entre ellos, la presidenta Bachelet. Es la causa abierta de las víctimas que persiguen depurar las responsabilidades de los que integraban la cadena de mando aquella fatídica madrugada del 27F de 2010. Para los que no lo sepan, aquellas mentes pensantes ordenaron desactivar la alerta de tsunami causando con ello numerosas víctimas adicionales tras el terremoto. Al parecer, prosperó al menos una querella: la de un abogado que representa a los familiares de 70 fallecidos por el tsunami... tan sólo en una localidad.
Los medios están ocupados de la guerra informativa desatada por las campañas políticas a apropósito de las próximas elecciones generales de noviembre 2013. El panorama social que se presenta ante esta nueva convocatoria a las urnas en democracia, es inédito tras la dictadura de Pinochet. Jamás se había constatado en la población tal nivel de desconfianza en la clase política. La democracia chilena, percibida desde el exterior como “el milagro chileno” [llegando, incluso, a venderse como modelo de desarrollo para países del entorno], es, sencillamente,una tremenda falsedad.
[ver: Elecciones Generales Chile2013]
La privatización de la sanidad o de la enseñanza, la pésima calidad de muchos servicios públicos y contratos laborales basura, demuestra que clase política sigue gobernando a espaldas de los intereses y las necesidades de la gran mayoría de chilenos. Es un fenómeno que vemos repetido desde hace algunos años en muchos países del sur de Europa, incluido España. Todos estos movimientos tienen en común el descontento manifiesto de las clases medias, especialmente de los más jóvenes, que salen a la calle a expresar su frustración acrecentando la violencia y la represión. El arco parlamentario al completo se ha ganado a pulso el repudio y el descrédito de sus votantes, contribuyentes todos que no se sienten representados por ningún partido político. |