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1492 octubre
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Historias del Descubrimiento

 
Vista de Sevilla
publicado en
Civitates Orbis Terrarum V
Braun and Hogenberg, 1598
[Fuente:
Historic Cities]
 

 

DE LA SEVILLA DEL SIGLO XVI
Puerto de Indias

Muchos grabados con vistas de Sevilla de los siglos XVI y XVII, ostentan el lema: "Quien no ha visto Sevilla, no ha visto maravilla". Esa es la imagen de la ciudad que difundieron grabadores y viajeros europeos, a los que se sumaron escritores nacionales, como Luis de Peraza que escribió la primera Historia de Sevilla en 1535. Lo cierto es que desde el establecimiento en esta ciudad de la Casa de Contratación de Indias en 1503, a lo que hay que sumar las bodas del emperador Carlos V en 1526, Sevilla se convirtió en un foco de atracción internacional, de la que Gil González Dávila, todavía en 1647 le denominaba:

"Corte sin Rey. Habitación de Grandes y Poderosos del Reyno
y de gran multitud de Gentes y de Naciones ... compuesta de la
opulencia y riqueza de dos Mundos, Viejo y Nuevo, que se juntan
en sus plazas a conferir y tratar la suma de sus negocios.
Admirable por la felicidad de sus ingenios, templanza de sus aires,
serenidad de su cielo, fertilidad de la tierra..."

[...] sin duda la mejor etapa de Sevilla que bien podríamos llamar el "siglo de plata", que no de oro, pues aquel metal corría en mayor cantidad por el puerto y la ciudad puerta de Indias. Por algo escribía Lope de Vega en una seguidilla:

"Vienen de Sanlúcar rompiendo el agua a la Torre del Oro barcos de plata"

En general, el trazado callejero de Sevilla en el siglo XVI continuó con la fisonomía de la época islámica, sostenida, en muchas zonas de la ciudad por la presencia de minorías étnicas -moriscos y judios- a los que las leyes pretendieron aislar en algunas collaciones [barrios que comparten un culto religioso]. La Sevilla del siglo XVI no será otra cosa que el producto de la transformación del urbanismo islámico montado sobre el romano-visigótico. Las casas hasta bien entrado el siglo siguieron ofreciendo unas modestas fachadas pues la casa musulmana se vuelca sobre el interior.

 

Pero los aires renacentistas traerán desde Italia ideas sobre la monumentalidad de los edificios, las perspectivas de los mismos sin son públicos, las calles anchas y rectas, etc. Muchas disposiciones reales tenderán a liquidar estrecheces y salientes en las vías que deben ser anchas y soleadas. Los edificios públicos se construyen exentos y con monumentalidad. El siglo XVI es el siglo monumental por excelencia en Sevilla; los más importantes edificios del centro histórico son de esta época.
[...]
Pero en Sevilla era difícil implantar regularidad y simetría en el trazado urbano ya que carecía de plan de ordenamiento como hoy en día. Así pues, las calles sevillanas siguen siendo estrechas, llenas de viandantes, caballerías, basuras, escombros, tenderetes, etc. Resultaba difícil transitar por las calles y plazas comerciales, llenas de puestos, tinglados y mostradores portátiles.
[...]
La limpieza de la ciudad parece que dejaba mucho que desear. La basura en las calles era un mal general. La gente acostumbraba a arrojar los desperdicios a la calle al igual que los desechos, dejar los restos de materiales de construcción, hacer hoyos, volcar aguas sucias, etc. Los bandos del municipio prohibiendo tirar a la vía pública animales muertos, estiércol y aguas, o escombros y despojos junto a la muralla y el Arenal se suceden a lo largo del siglo casi con el mismo ritmo que las peticiones de los vecinos y el arreglo de los baches cuando se acercaban las fiestas.

[ Fuente: Alfonso Pozo Ruiz- Miembro del Comisariado del V Centenario Universidad Sevilla y autor de la sección histórica de la web institucional]

 

La ciudad de Sevilla debió aumentar su población de 60 o 70.000 habitantes en 1500 a 150.000 en 1588; esta es la época de máximo apogeo de Sevilla: en 1543 se creó el consulado y en 1624 el almirantazgo. Las posibilidades de grandes beneficios ofrecidas por los nuevos mercados americanos, así como las dificultades y el coste elevado de los transportes terrestres en la península, determinaron la creación de numerosas industrias en Sevilla por parte de mercaderes y banqueros. Entre estas industrias destacan las textiles (de larga tradición), en particular la seda, la cerámica instalada sobre todo en Triana, y el jabón, y a continuación, en un plano menor, los astilleros (siempre a remolque de los vascos), la pólvora, los bizcochos, la industria de lujo y la tonelera, etc.
Algunas de ellas (cerámica) lograron superar la crisis en que se vio sumida la ciudad a partir de la segunda mitad del siglo XVII y a lo largo del XVIII, pero la mayoría entraron pronto en una fase de decadencia.

Sin embargo, incluso en la época de mayor auge, Sevilla no logró equilibrar su balanza comercial debido al déficit en las exportaciones y por ello se vio precisada a exportar gran cantidad de metales preciosos. Esto no imprimió la imposición de una tributación creciente sobre la ciudad por parte de la corona. Este hecho, unido a la competencia extranjera (los neerlandeses, genoveses y florentinos se instalaron en Sevilla poco después de la conquista de América), que llegó a arruinar a muchas industrias locales y favoreció el drenaje de moneda hacia otros países, y a la guerra de Separación de Portugal (1640), que determinó la emigración de un gran número de portugueses e impidió el tráfico comercial con Lisboa, provocó el declive de Sevilla, iniciado aproximadamente a partir de 1640.

Sevilla . Braun and Hogenberg
Ciitates Orbis Terrarum I. La primera edición del volumen I se publicó en 1572
[Fuente: Historic Cities]
 

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