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  EL ÁNGEL CAÍDO
El giro imprevisto
 
 

El verbo “caer” casi siempre conlleva una desgracia: Un giro imprevisto de la luz a la oscuridad.

Pero el que cae, mientras está cayendo, es un viajero detenido en el túnel del tiempo, en el umbral entre dos mundos, donde habitan  ángeles y demonios. Como la penumbra que mengua la Luna Llena, que cuando está completamente oscurecida, en lugar de luna negra la llamamos Luna Nueva. Como Venus nombrada Lucifer cuando cae detrás del horizonte anunciando el ocaso, y Lucero del Alba cuando asciende hacia los cielos anunciando un nuevo día.

No podemos ver imágenes si no hay una luz que ilumine las cosas. Pero tampoco podríamos verlas si una vez iluminadas las cosas no produjesen sombras, si no existiesen zonas oscuras y claras, claroscuros.  La escritura más antigua sobre tablillas de arcilla o cera no se podrían leer sin la sombra, porque la tinta no es más que la sombra que proyecta el borde del trazo inciso en un soporte iluminado que no dice nada.

Una forma que no esté iluminada vivirá en la sombra sin que nadie lo sepa. Una forma iluminada sin sombras, vivirá en una ignorancia iluminada.

Muchos pintores y escultores han representado esta dicotomía terrestre/celestial,  la rebelión en los cielos.  Este ángel caído en particular, obra del escultor español Ricardo Bellver [1877], plantea el conflicto de dos fuerzas enfrentadas, el don de volar y la desdicha de caer en el momento de estar cayendo, hic et nunc, una locución latina que significa literalmente "aquí y ahora".

Convertido en bronce, el Ángel Caído hoy reposa en el Parque del Retiro de Madrid, a pocos metros del Museo del Prado y del Observatorio Real. La escultura fue presentada al mundo en la Exposición Universal de París de 1878, coincidiendo con la presentación oficial de la enorme cabeza de la Estatua de la Libertad antes de ser montada en New York. Sirva de homenaje este inesperado reencuentro virtual de las obras de dos escultores que quizás nunca se conocieron. [+]