La tierra continental y las islas que emergen de las profundidades del mar indican que en la naturaleza nada es estático. El fondo marino del océano Pacífico se desplaza a razón de unos 12 centímetros cada año, las islas de Hawai un día se verán desde las costas de Asia. La placa Índica seguirá chocando contra la Euroasiática y seguirá elevando las cumbres del Himalaya, y volverán a sucederse los terremotos y tsunamis catastróficos como el de Sumatra de 2004, el de Chile o el de Japón de 2010.
La cartografía del mundo cambia constantemente; litorales, valles y montañas que creemos inmutables se comportan con una flexibilidad imperceptible para nuestros sentidos y nuestro entendimiento. No vivimos el tiempo suficiente.
Darwin comprendió la magnitud del tiempo a escala geológica en las costas de Chile, en el sur del mundo, cuando encontró fósiles de conchas marinas a 3.000 metros de altitud en la Cordillera de los Andes. Entonces supuso el tiempo necesario para que todo eso se moviera hasta las alturas desde el fondo marino. Poco antes había sigo testigo presencial de la erupción del volcán Osorno y de las horribles consecuencias del posterior megaterremoto y tsunami cuando el Beagle echó anclas en la bahía de Concepción en 1835.
Se ha especulado que muchos de los arrebolados cielos de Turner no sólo se debieron a los humos de las chimeneas de la incipiente Revolución Industrial, sino a los efectos añadidos de la erupción del volcán Tambora, en Indonesia. Fue una explosión tan impresionante que las partículas de cenizas ascendieron miles de kilómetros y se dispersaron por todo el globo terráqueo. Se han analizado las tasas de mortandad en Europa y las simulaciones parecen demostrar esta trágica realidad. El año siguiente, 1816, fue conocido como “el año sin verano”, meses y días en que el Sol nunca brilló del todo y una persistente niebla enrarecía y amarilleaba el ambiente. Coincidencia o no, fue una de esas noches de ese año en que Mary Shelley escribió una de las historias más aterradoras jamás creadas, que ha dejado a Frankenstein en el imaginario de todos. [+] |