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La Academi@
  Realismo Contemporáneo en la pintura

 
    LAS CUEVAS, LAS TINAJAS Y EL VINO
Una tradición para conservar
    Estas cuevas centenarias hoy constituyen el preciado y silencioso testimonio de una tradición vitivinícola que se remonta desde tiempos milenarios en estas tierras castellanas. En su interior aún se conservan algunos ejemplares de las tinajas de arcilla en las que se almacenaba el vino y los mostos de las uvas recién prensadas en los lagares contiguos.
     
   

Las tinajas, también conocidas como “tinajones” o “gigantas” cuando alcanzaban los 3 metros de altura, estaban enteramente hechas a mano en los obradores de alfar de la zona utilizando arcilla local extraída a través de pozos practicados en los campos de cultivo. No sólo servían para almacenar vino, sino también para conservar aceite de oliva y una variedad de productos sólidos, como los granos de cereal. Cuevas como estas solían estar excavadas bajo las casas trazando laberínticos túneles en varias direcciones y a varios niveles. Sus enormes tinajas podían contener grandes cantidades de vino, tanto para el consumo privado como para su explotación a escala industrial. Las cuevas iban excavándose según las necesidades. Mientras se abrían nuevos túneles, determinados tramos se derrumbaban o se condenaban.

 
 

Cuevas y tinajas en el subsuelo de La Academi@ tras su rehabilitación en 2009

 
 
 
   
 
   

Las condiciones medioambientales del subsuelo [temperatura, oscuridad, silencio o humedad] mucho más estables que en la superficie, favorecen el control de la fermentación, maceración o conservación de alimentos.

Cuevas más modestas, llamadas popularmente fresqueras, también eran construidas como parte de las necesidades de una vivienda familiar. Era la forma más sostenible de mantener los productos agrícolas a temperaturas razonablemente frescas en una región peninsular con veranos extremadamente secos cuyas temperaturas pueden superar los 40º C. La humedad del subsuelo no se debe al agua de lluvia, sino a las aguas subterráneas que circulan a través de estas tierras calizas y que a veces afloran a través de pequeños manantiales o grandes acuíferos. En estos pueblos, la extracción de agua de pozo era lo habitual.

Los conductos de ventilación de las cuevas también servían para refrescar las estancias superiores más expuestas al calor, haciendo las veces de un moderno aire acondicionado. Por el contrario, la misma sensación térmica de frescor que desprenden las cuevas en verano, se vuelve sensación de calor en invierno, cuando las temperaturas descienden de los cero grados en la superficie. La temperatura estable de las cuevas, poco más de 10ºC, se experimenta como frescor o calor según la época del año.

 
 
 
 

Desde las salas de la exposición se accede a las cuevas y a un minicine

 
 
   

Horario de Visitas:
De lunes a viernes de 10 a 14 hrs y de 16 a 18 hrs
[entrada libre]


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Calle Canteras 18. Chinchón 28370 - Madrid [España]
Tel.: [34] 91 893 51 68
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Los colores de la Tierra
La Arcilla

 

La industria tinajera en la Cultura Mediterránea
Los restos arqueológicos nos revelan que la fabricación de grandes tinajas de arcilla en la cultura mediterránea data desde la Edad del Bronce, con los pithos minoicos y más tarde con los grandes dolium romanos. En la Península ibérica las tinajas se conocían como tenaias y en Italia todavía se conocen como giaras [que nos recuerda la palabra jarra en castellano]. A diferencia de las vasijas más pequeñas o las tradicionales ánforas utilizadas para el transporte marítimo, las tinajas carecen de asas y tienen una boca ancha sin cuello. Se trata de recipientes esféricos u ovalados que eran utilizados para almacenar grandes cantidades de productos agrícolas tales como vino o aceite de oliva. Para macerarlos, envejecerlos o preservar sus cualidades, las tinajas eran enterradas parcialmente o hasta su boca, o a veces se introducían en laberínticas cuevas subterráneas.

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