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LA FORMACIÓN DE IMÁGENES
La cámara oscura y la imagen del sol


Uno de los fenómenos ópticos más impresionantes de la naturaleza es la formación de imágenes. Una de las razones que explica este fenómeno es el hecho de que la luz se desplace siempre en línea recta a través de un medio relativamente transparente y homogéneo como el aire. Toda vez que la luz atraviese un pequeño orificio practicado en una superficie, ésta proyectará una imagen “virtual” invertida al otro lado de la abertura. Esta imagen sólo se hace visible si se recoge en un plano de proyección situado a la distancia adecuada de la abertura y si la imagen es más luminosa que la luz ambiente que recibe la pantalla.

Se trata del principio óptico que rige la visión ocular de muchas especies y el funcionamiento de todos los aparatos capaces de formar imágenes. Sin embargo, este fenómeno lo podemos apreciar sin necesidad de recurrir a un instrumento. En un parque un día soleado cualquiera, por ejemplo, podemos observar miles de manchas luminosas en forma de disco que salpican las áreas sombreadas sobre la tierra, paredes o arbustos: es la imagen luminosa y circular del sol la que “dibuja” esas siluetas. La tupida masa de hojas y ramas forma una fina malla de obstáculos que la luz consigue atravesar solo a través de los pequeños intersticios alineados en su trayectoria rectilínea. Así, cada uno de esos espacios vacíos interactúan con la luz y se comportan como lo haría el pequeño orificio de una cámara oscura... multiplicando la imagen del Sol por todas partes.

Antiguamente era la mejor manera de observar y estudiar los eclipses solares sin peligro para la vista.


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